domingo, 4 de enero de 2015

Lección de vida.

Un día cualquiera, en una ciudad cualquiera, de un país cualquiera nació una niña preciosa.
Sus maravillosos ojos lo miraban todo con gran curiosidad.

Y cuando empezó a caminar por la ciudad, le dijeron que para ser guapa había que llevar vestidos bonitos y dejo de sentirse guapa si no llevaba un lindo vestido.

Le dijeron que si cambiaba el color de su piel, sería más guapa, y la enseñaron a maquillarse y dejó de sentirse guapa, si no iba maquillada.

Le dijeron que para ser guapa, tenía que ser más alta, y se puso y sufrió sus primeros tacones.
Y se sentía bajita y enana, si no llevaba tacones.

Le dijeron, que para ser guapa tenía que ser delgada, y ya nunca pudo comer lo que le gustaba sin sentirse culpable…

Y le dijeron de su pelo, y le dijeron de su cintura, y le dijeron de su pecho, hasta que aquella niña se sentía tan fea, que todos los días necesitaba hacer grandes sacrificios para sentirse un poco más guapa.

Termino por estropearse la piel, maquillándose a diario, destrozarse los pies, al llevar tacones muchas horas, desnutrirse al mantenerse muy delgada.

La habían enseñado a no quererse como era, a necesitar cientos de añadidos ortopédicos, para ser digna de los demás.

Hasta que empezó a temer, que los demás descubrieran como era ella en realidad.

Y sintiéndose fea, se enamoro de un chico que la trataba como si ella no fuera digna de él. Y a ella le pareció normal.
Y sintiéndose así, fea, sin aceptarse a sí misma, permitió que la maltratara.
No de forma física. Él la castigaba con sus silencios, rechazos, indiferencias y burlas hacia su forma de pensar y creer en la vida.


No olvides nunca que la verdadera belleza es una actitud, y que eres increíblemente preciosa cuando eres auténtica y crees en ti misma.

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